sábado, 9 de enero de 2010

Señor Gómez Mont


Señor titular de la secretaria de gobernación Fernando Gómez Mont; me gustaría hacer de su conocimiento el contenido de unas breves líneas de un libro que usted juró cumplir y hacer cumplir al momento de tomar su cargo so pena de perder la chamba a propósito de su posición con respecto a las declaraciones de los altos prelados de la iglesia a la que su patrón y usted pertenecen y aparentan servir. Me permito recordarle también su carácter de servidor público dentro de un estado laico y algunas de las obligaciones que implican su particular cargo.


Dicho libro que cada vez parece tener menos importancia para usted y sus correligionarios se llama Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Antes de la última gran modificación de 1917, en el siglo antepasado, se originaron algunas leyes llamadas De Reforma, si el nombre no le dice nada aún me permito recordarle que en honor a ellas se llama así una importante avenida próxima a su dependencia, sustituyendo el nombre que tal vez usted recuerde “Paseo de La Emperatriz” esa misma que sale del Castillo de Miravalle conocido también como Castillo de Chapultepec. En dicha Reforma se buscó el limitar los poderes y privilegios de la Iglesia Católica en territorio mexicano. Principalmente porque todo estado libre parte de un principio de soberanía. Sé que en su particular forma de entender el estado, dicho principio es prescindible, pero en aquella época, el control que ejercía el estado Vaticano vía cada púlpito de su iglesia era obsceno y su poder superior al del estado, esto no podía continuar, sobre todo en un país que pretendía ser moderno (1857).


De aquellas bellas leyes, que huelga decir han venido siendo mutiladas por sus predecesores, nos ha quedado el articulo 130, en el que aun se pueden apreciar algunos rastros de su espíritu, usted no puede escudarse en el inciso b) de dicha ley cuando dice que “Las autoridades no intervendrán en la vida interna de las asociaciones religiosas” ya que con “vida interna” se refiere a la autonomía y organización de las mismas y no a que con sus declaraciones Norberto Rivera Carrera, amparado con la libertad de expresión, viole lo que esta suscrito en el inciso e) “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios”.


Señor secretario, me llama mucho la atención que el jefe de estado hizo un llamado a no atacar a las instituciones del país, espero que él mismo no se considere una institución, pero si lo son sus leyes, sobre todo aquellas que representan un avance en el reconocimiento de derechos de sus ciudadanos como han sido los progresos en esa materia en la ciudad de México ya que desde que la asamblea legislativa del Distrito federal ha venido aprobando leyes como la despenalización del aborto y el matrimonio y adopción por parejas del mismo género, las facciones mas reaccionarias y conservadoras han venido haciendo campaña en contra de los mismos por diversos medios siendo esta una campaña llena de insultos y agravios ya no sólo en contra de las leyes sino de las personas, con el colmo de amenazas y llamados a la desobediencia pública y desconocimiento de las leyes por parte del clérigo citado y de voceros de grupos de derecha así como de comunicadores irresponsables, escudados en la libertad de expresión. No es un debate sobre el derecho a opinar, sino sobre lo peligroso que puede ser el legislar irresponsablemente “a favor de lo que opina la mayoría o las buenas costumbres” apelando a lo democrático, un estado laico y verdaderamente democrático vela por la seguridad de todos, incluyendo a cada minoría en igualdad jurídica. Recordemos qué peligroso puede ser que una mayoría irresponsable opine y decida lo que es la "normalidad" y lo que sucede cuando estos consideran que un grupo o etnia es "nociva" o "antinatura", así uno de estos personajes sea un periodista mediocre, Hitler o un jefe de iglesia dominico y ex nazi.


Quiero que mis hijas crezcan en un país y no sólo en una ciudad que les garantice su derecho a decidir sobre su cuerpo, sobre su verdadera libertad de opinión y crítica, de esa crítica importante, no llena de insultos y banalidades, y que cuando la ejerzan no las amenace su jefe de estado o iglesia, donde sus leyes garanticen su derecho a ser minoría o mayoría con plenos derechos, con igualdad y fraternidad. Y donde el representante ideológico de una monarquía extranjera no les diga que hacer, violando la constitución y sin que nadie le ponga un alto.